Artículos de: 10 Septiembre 2018

A 30 años del nacimiento de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires (UBA)

A 30 Aí‘OS DE LA FUNDACIí“N DE LA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES-UBA

“Se cumplen 30 años de la fundación de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA. Su fisonomí­a con 5 carreras es fruto de una derrota”. Así­ comienza su opinión en una red social el compañero Pablo Bonavena, profesor e investigador de la carrera de Sociologí­a, integrante de la CONADUH, sindicato al que yo también pertenezco. Y a continuación pega un recorte del diario CLARIN del viernes 26/8/1988, dando cuenta de aquel hecho, donde la facultad se funda rodeada de “un vasto operativo”, con personal uniformado, carros de asalto y vallas policiales, para impedir acercarse al movimiento estudiantil, solicitadas por el tristemente célebre rector Oscar Shuberoff (aquel mismo que habí­a comprado propiedades en EEUU con fondos públicos). Recorte periodí­stico que personalmente yo no tení­a. Agradecido por el recorte de archivo. Y agrego que coincido con ese diagnóstico: dejando de lado la vergüenza de la presencia policial ya desde su fundación, una Facultad de Ciencias Sociales con 5 (cinco) carreras fue y es producto de una derrota.
Antes de ser docente e investigador, desde la militancia en el movimiento estudiantil recuerdo asambleas masivas de muchas facultades (por ejemplo una realizada en la facultad de odontologí­a, si la memoria no me falla) donde la mayorí­a reclamábamos: POR UNA FACULTAD DE CIENCIAS SOCIALES DE 14 (CATORCE CARRERAS). No era cuestión de números. Aunque hoy la lucha de resistencia quedó reducida principalmente a “mayor presupuesto” y “mayor salario” y a vivir siempre A LA DEFENSIVA…, frente a los recurrentes ataques neoliberales y privatizadores”” se trataba entonces y se trata hoy de replantearnos la defensa de la universidad pública, gratuita, laica, masiva y de alta calidad.
En ese horizonte, la cuestión pendiente, siempre postergada, continúa siendo la reunificación de las ciencias sociales. Es decir, el intento de revertir la sangrí­a ejecutada por las intervenciones a la universidad de Alberto Eduardo Ottalagano y Oscar Ivanissevich de septiembre de 1974 (tras el rectorado efí­mero al frente de la UBA del historiador marxista Rodolfo Puiggrós) y la destrucción sistemática llevada a cabo por la dictadura militar de 1976-1983, la clausura de materias y el cierre de carreras, el desmembramiento de facultades completas, la manipulación de las cátedras y concursos, la pulverización de las bibliotecas y la quema de libros; y lo más trágico de todo: el exilio forzado o directamente el secuestro y la desaparición de miles de estudiantes y docentes.
En la introducción al libro-antologí­a CIENCIAS SOCIALES Y MARXISMO LATINOAMERICANO (Buenos Aires, Editorial Amauta Insurgente, 2014) desde nuestra cátedra de Sociologí­a intentamos fundamentar en el plano epistemológico aquella reivindicación polí­tico-pedagógica que propugna la reunificación, hoy fuera de la agenda, de las ciencias sociales, incluyendo las carreras y “disciplinas” que se estudian en las facultades de economí­a, psicologí­a, filosofí­a y letras y ciencias sociales (puede consultarse el texto de fundamentación en el siguiente link: http://cipec.lahaine.org/?page_id=4).
Entre otras fuentes teóricas allí­ utilizadas, nos apoyamos en un libro clásico del pensador marxista argentino Ernesto Giudici: EDUCACIí“N, REVOLUCIí“N CIENTíFICO-TÉCNICA Y REORGANIZACIí“N UNIVERSITARIA (Buenos Aires, 1966, publicado poco tiempo antes de “la noche de los bastones largos”, cuando el general dictador Onganí­a muele a palos los cerebros universitarios y todo lo que esté vinculado con la ciencia).
Allí­, en la mencionada obra, Giudici sugirió la creación de un ciclo común a todas las carreras de la UBA, priorizando un ángulo metodológico basado en la lógica dialéctica y en la categorí­a de “totalidad” que Marx empleara en los GRUNDRISSE (la primera redacción de EL CAPITAL). Lo hací­a oponiéndose abiertamente al cientificismo empirista de Mario Bunge, Gino Germani y todos los partidarios de la “departamentalización” de la UBA, proyecto que en nombre de la “modernización” (con abultados y sucios dineros de la Fundación FORD-CIA) se intentaba desplegar desde los tiempos del presidente Arturo Frondizi y la polémica de alcance nacional “laica o libre” (1958) que enfrentó a quienes defendí­an la universidad pública con los negociantes, “en nombre de Dios”, de los dinerillos privados.
La propuesta de ciclo metodológico común que en 1966 promoví­a Giudici apuntaba expresamente sus dardos contra la fragmentación neopositivista del conocimiento cientí­fico y del proceso de enseñanza-aprendizaje que se vení­a implementando desde 1958. En dicha fragmentación “modernizadora”, cada materia ya no deberí­a pertenecer a una carrera especí­fica ni a un objeto de estudio delimitado sino que debí­a ser concebida, en nombre de “la ciencia” (así­, en forma genérica, sin apellidos ni contextualización histórico-social alguna), como un comodí­n manipulable, pasible de ser empleada por cualquier disciplina… o incluso empresa capitalista, como si la metodologí­a pudiera ser meramente lógico-formal-instrumental y neutralmente valorativa. No casualmente la “inocente” Ford Foundation depositó gruesos billetes verdes a favor de dicho proyecto en la carrera de Sociologí­a dirigida por Germani (las fuentes más confiables hacen referencias a un cuarto de millón de dólares para una carrera que no llegaba a 100 estudiantes).
La crí­tica epistemológico-pedagógica de Giudici volcada en su libro de 1966 prolongaba la huelga estudiantil de 1963 encabezada por el sociólogo desaparecido Daniel Hopen contra el empirismo abstracto de las materias de “Método” que Gino Germani, inspirado en la sociologí­a estadounidense, habí­a impuesto en la Carrera de Sociologí­a de la UBA desde 1958 en adelante. Por esos mismos años el historiador Milcí­ades Peña también se habí­a empeñado en polemizar contra el empirismo de Gino Germani a propósito de la obra LA IMAGINACIí“N SOCIOLí“GICA de Wright Mills.
En EDUCACIí“N, REVOLUCIí“N CIENTíFICO-TÉCNICA Y REORGANIZACIí“N UNIVERSITARIA Giudici defiende el carácter holista y totalizante de las ciencias sociales, problemática sobre la que habí­a discutido desde 1957 con otro pensador marxista argentino: el pensador Carlos Astrada (recordemos que para Marx y Engels, ya desde LA IDEOLOGíA ALEMANA, la concepción materialista y multilineal de la historia es la nave madre de todos los estudios sociales, económicos, polí­ticos y culturales). Por eso Ernesto Gudici proponí­a un ciclo unificador común a todas las disciplinas de la UBA que permitiera al movimiento estudiantil adquirir herramientas histórico-metodológicas de estudio e investigación.
Después de dos dictaduras contrainsurgentes, cí­vico-polí­tico-militares (la de 1966-1973 y la de 1976-1983), la propuesta de Giudici no tuvo asidero en la Universidad Argentina. Se impuso, en cambio, algo completamente distinto aunque tuviera un nombre similar.
Tras la derrota de Malvinas de 1982 y la retirada pactada de la dictadura militar de 1983, desde 1985 en adelante, los intelectuales vinculados al partido UCR (Unión Cí­vica Radical, HOY APÉNDICE DEL MACRISMO), con su brazo estudiantil conocido como Franja Morada, a contramano de la perspectiva dialéctica original de Giudici, bastardearon esa propuesta pedagógica y la convirtieron, de la mano del sociólogo Francisco Delich y varios “post marxistas”, en el tristemente célebre CBC (Ciclo Básico Común). Engendro pedagógico nacido del neopositivismo y el desgajamiento del conocimiento en fragmentos aislados e inconexos (antesala del posmodernismo por entonces en boga que Delich y otros colegas suyos trajeron del Parí­s post-1968).
Desde su fundación, el sociólogo y rector de la UBA Francisco Delich definió al CBC sin ambigüedad como “una playa de estacionamiento” (sic), es decir, la ilusión clase-mediera de ingresar a la Universidad durante algún tiempo, dejando afuera a quienes no vení­an de una escuela secundaria de cierto nivel (léase: los sectores periféricos provenientes de familias trabajadoras de un circuito con escolarización de bajo estándar). En concreto: un filtro para la masa estudiantil popular que neutralizara las propuestas de fondo, cambiando pequeños detalles de forma para que la vieja y anticuada universidad y sus minoritarios y jerárquicos claustros medievales siguieran gestionando una masa de dinero gigante “a gusto y piacere”, al costo de una Universidad e instituciones de Ciencia, Técnica e Investigación cada vez más subordinados al Mercado y las empresas privadas.
¡Bien lejos de la Reforma Universitaria de 1918 de la que la Franja Morada (brazo estudiantil de Delich y su camarilla de amigotes), tramposamente, se proclamaba “heredera”! Una manera elitista de presentar como “popular” y “democrático” lo que prolongaba el elitismo de los arcaicos y sucios exámenes militares para ingresar a la UBA.
En ese clima cultural tan particular, en 1988 se crea la Facultad de Ciencias Sociales, sobre el subsuelo epistemológico del neopositivismo cristalizado en la materia “Introducción al conocimiento cientí­fico” (IPC) y el cada vez más extendido posmodernismo, promovido entonces desde el CBC por figuras banales y mediáticas como Tomas Abraham (luego admirador de Domingo Cavallo y hoy de Mauricio Macri).
Recuerdo el relato que me transmitió un ex marxista, ex vicedirector de la Biblioteca Nacional (que hoy publica sobre Marx y los primeros viajeros a la Unión Soviética con sellos editoriales directamente… macristas, ya sin mediaciones, cuidados ni vergüenza alguna), cuando me confesó “la Carrera de Sociologí­a nos la repartimos en un bar en la segunda mitad de los años 80″. Sí­, nada de concursos, evaluaciones cientí­ficas ni seriedad académica. ¡En un bar! Era un secreto a voces. Lo sigue siendo.
Esa es la triste realidad que no siempre resulta accesible al movimiento estudiantil, incluso el más entusiasta, participativo y militante. Una realidad mediocre, encubierta luego con mil reglamentos, disposiciones burocráticas, resoluciones administrativas, concursos amañados y “caballos del comisario” que ganan cualquier carrera, pasada, presente o futura, antes de que se inicie. En una facultad repleta de profesoras y profesores que trabajan durante largos años gratis en nombre del idioma latino (”ad honorem”) y donde hay docentes que tienen que concursar tres o cuatro veces su mismo cargo mientras otros, o sea, los que “saben negociar” (guiñada de ojo de por medio…), llegan a jubilarse sin haber tenido que pasar por el stress de un concurso en toda su carrera académica.
Por aquellos mismos años 80, cuando se fundaba la Facultad de Ciencias Sociales mientras Delich y el Club de Cultura Socialista no sólo monopolizaban la dirección de la UBA y el CBC, sino también posgrados, cátedras, editoriales, suplementos culturales masivos y todo un repertorio de recursos sociales tí­picos del “homo academicus”…. un historiador de reconocimiento mundial, que dio clases en Frankfurt (además de haber estado prisionero en campos de concentración del general Pinochet) como Luis Vitale perdí­a su concurso en la Carrera de Sociologí­a de la UBA “¡por… no haber utilizado el pizarrón!” (Aquí­ irí­a un… GIGANTE EMOTICí“N DE BURLA). Algo muy similar a lo que le habí­a sucedido unos 15 años antes al sociólogo y politólogo Silvio Frondizi (asesinado en 1974 por el terrorismo anticomunista de la Triple A) en diversas facultades. Lejos quedaba “la época gloriosa” de la UBA, de las publicaciones célebres de EUDEBA en tiempos de Boris Spivakow y los cinco premios Nobel de la universidad pública argentina.
La crisis actual no es sólo hija de los CEOS ignorantes, mediocres y privatistas del macrismo, enemigos declarados de la UBA, del CONICET, de la escuela pública, de los profesorados y de todo lo que tenga el perfume irreverente de la gratuidad, la masividad, los sectores populares, las bibliotecas y los libros.
Nuestra crisis viene de lejos y no deja de profundizarse.
A 100 años de la Reforma Universitaria de Córdoba y 30 años del nacimiento de la Facultad de Ciencias Sociales de la UBA sigue pendiente una verdadera reunificación de los saberes sociales. Proyecto que sólo se logrará con la participación masiva en las luchas universitarias, la democratización a fondo y el enfrentamiento sin medias tintas contra los privatizadores (de afuera y de adentro) y el Mercado.

NESTOR KOHAN
(lunes 10 de septiembre de 2018)
www.cipec.lahaine.org